El caso del molibdeno en la mira
La historia comenzó en mayo de este año, cuando un ingeniero civil entregó un detallado informe a la Contraloría alertando que empresas privadas estarían enviando al extranjero concentrados de cobre con una alta proporción de molibdeno sin declararlo como corresponde. Este metal, lejos de ser un simple subproducto, tiene un valor propio en el mercado internacional y representa ingresos que el fisco estaría dejando escapar.
El organismo encabezado por Dorothy Pérez revisó los antecedentes y a comienzos de septiembre los derivó al Servicio de Impuestos Internos. Será este último el que determine si corresponde aplicar tributos adicionales a estas exportaciones y si se ha configurado un caso de evasión a gran escala.
Cuánto se esconde en los embarques
No se trata de cifras menores. En Codelco se reconoce que entre un 10 y un 12 % de los concentrados que exporta contienen molibdeno, y en el caso de Minera Escondida estudios técnicos calculan que el promedio bordea el 3 %. Si se extrapola ese porcentaje al resto de las compañías privadas, el valor oculto de estas exportaciones podría superar los 4 mil millones de dólares al año, algo así como 3,8 billones de pesos chilenos. Para ponerlo en contexto, equivale a más del doble del presupuesto anual del Ministerio de Vivienda.
Un metal clave para el futuro
El molibdeno se ha convertido en un insumo estratégico para la economía mundial. Se utiliza en aceros especiales, turbinas, semiconductores, catalizadores y también en tecnologías vinculadas al hidrógeno verde. Chile es un actor relevante en este mercado: aporta cerca del 15 % de la producción global y concentra un tercio del comercio internacional. No es casualidad que Codelco haya comenzado a procesar ferromolibdeno en su planta Molyb, con lo que captura un mayor valor agregado antes de exportar.
Falta de control y riesgos institucionales
El caso deja al descubierto una serie de debilidades en la fiscalización minera. Desde Cochilco hasta Aduanas, las respuestas a las solicitudes de información han sido vistas como insuficientes. La medición precisa de cuánto molibdeno viaja en cada embarque exige análisis metalúrgicos complejos, y la normativa vigente no siempre define con claridad cómo declarar los subproductos. Además, aceptar que este mineral debe declararse significaría para las mineras privadas pagar más impuestos y modificar la forma en que registran sus balances.
Qué viene ahora
La pelota está en la cancha del Servicio de Impuestos Internos. Si el organismo confirma que estas exportaciones deben tributar, Chile podría sumar miles de millones de dólares adicionales a su recaudación anual sin necesidad de nuevos impuestos. Esto ocurre justo en medio de la discusión de una reforma tributaria, lo que agrega presión política y económica a una decisión que no será menor.
Conclusión
El molibdeno ha pasado de ser un mineral secundario a convertirse en una fuente potencial de ingresos clave para el Estado. La pregunta es si esta vez Chile seguirá realmente la pista del dinero o si, una vez más, dejará que buena parte de su riqueza natural salga del país sin dejar nada en las arcas fiscales.